Bien, con al máximo porcentaje de votos escrutados, hoy en España, jornada de elecciones, ha quedado patente que el bipartidismo afianza posiciones. No voy a entrar en valorar los resultados, sólo me puedo alegrar de que no haya ganado el PP.
Pero tengo un mal sabor, y un sentimiento agri-dulce al constatar que otras fuerzas políticas, partidos que antes tenían representación significativa, han caído en los abismos. Y veo difícil su recuperación, analizando la dinámica de las últimas elecciones, sobre todo las anteriores, de 2004 y las que se han celebrado hoy.
Ha ganado el voto útil, que tanto interesa a los grandes. Este empeño en el voto útil, en el voto por el miedo, el voto para que no gane el otro, parece que lo pretende es que olvidemos la saludable utilidad democrática que produce la diversidad política, el debate, y sobre todo el cuestionamiento. Que desaparezcan esos otros partidos pequeños de izquierdas que cuestionen aquéllo que los grandes no se atreven a hacer o asuntos a los que no se atreven a enfrentarse. Que pueden equilibrar la balanza.
Este reduccionismo llevará a votar a un partido en el que no se cree plenamente, pero que es menos malo que su oponente principal. Hay otras alternativas, otros proyectos, otras fuerzas políticas que podrían inclinar la balanza, que podrían presionar y recoger la realidad de muchos ciudadanos y ciudadanas que no se ven completamente reflejados en los dos grandes.
Se manipula para que los votantes progresistas crean que la única forma de frenar a la derecha es agrupando el voto en el otro gran partido de "izquierdas".
Las minorías están en peligro de extinción. Y es una lástima.
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