viernes, 7 de marzo de 2008

A dios rogando, y con el mazo dando

No veo lo de la separación Iglesia-Estado. Es un simple eufemismo. La Iglesia exenta de impuestos, sueldos no declarables, encima el estado aporta miles de millones a la conferencia episcopal, descontando patrimonio histórico y bienes inmobiliarios, con su propia sociedad de inversión (por cierto, ha invertido en Bolsa, entre otras empresas, al laboratorio farmacéutico Pfizer, entre cuyos medicamentos más vendidos se encuentra la famosa Viagra, que fabrica un anticonceptivo inyectable comercializado en Estados Unidos exitosamente llamado Depro-Provera, utilizado para evitar el embarazo, además de fabricar otros anticonceptivos vendidos en países americanos, bah, pero a esta doble moral e hipocresía ya estamos acostumbrados).


La cuestión es porqué mantenemos todos a esta especie de mafia o secta o multinacional. Que se autofinancien y, aún mejor, que desaparezca. Es un lastre, y además hace daño.


La Iglesia tiene 9,5 millones invertidos a interés fijo y sólo 7,7 millones en bolsa. Habrá quien piense que tiene asesores divinos, pero lo cierto es que gracias a este movimiento acumulaba hasta octubre unos rendimientos anuales de 400.000 euros y su inversión está más garantizada que antes... se calcula que el clero gestiona, en conjunto, alrededor de 600 millones de euros anuales en España (ver el econimista.es)


Sin acritud ¡eh?


Artículo en el País:
Por una Iglesia de todos

No esperaba gran cosa de la elección del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española, pero desde luego no me alegro de que monseñor Rouco Varela sea el elegido. Como católico, me hubiera gustado más la continuidad de una persona sensata y moderada como es monseñor Blázquez. Qué lejos quedan los tiempos del Concilio Vaticano II, del cardenal Tarancón o de la efervescencia de la teología de la liberación en América Latina.

Los prelados españoles han tomado por costumbre meterse en cosas en las que no debieran opinar, porque no todos los fieles comulgamos con su discurso ultraconservador. ¿Cómo es posible discriminar a un cristiano por su orientación sexual? ¿Cuánto tiempo más vamos a consentir que la mujer sea un mero apéndice del hombre en la Iglesia? ¿Qué sentido tiene el celibato sacerdotal en el siglo XXI? ¿Por qué la opinión de las bases es apenas tenida en cuenta por la jerarquía?

Espero que el próximo Gobierno sea firme en la defensa de los valores democráticos frente a las presiones vaticanas de inmiscuirse en las cosas de los hombres. Tampoco pienso financiar con mis impuestos a una organización que me maltrata y conculca constantemente mis derechos. No pretendo liderar una herejía, ni mucho menos. Pero Iglesia somos todos, y cada uno vive el evangelio como cree. No nos callemos. Es importante y necesario que los católicos que pensamos diferente a la jerarquía alcemos la voz. La Iglesia no es suya.

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